Grupo en Crisis

Reflexión y decisiones ante un grupo en crisis

Es de esperar que en determinados períodos de la trayectoria de un grupo o sociedad, sus miembros se enfrenten a un momento de inflexión. Ocurre en el propio organismo somático, y en la coyuntura de una sociedad o colectivo.., porque es parte del mismo crecimiento. Es connatural al ser humano.

En ciertos momentos de determinadas “agitaciones” internas es esencial conservar la calma, relativizar y mantener despierta la capacidad de escucha y diálogo. Cada “estirón” (somático o de grupo humano) es una señal de que hay cosas que mejorar, limpiar o dejar atrás. No es un capricho del azar, nada ocurre por casualidad.

Puede incluso que ciertas crisis (quizá) conlleven implícitamente una criba.., y si esto es así es porque la misma es necesaria y saludable para reconducir el orden natural de las cosas*. De una manera sintética, estos momentos de reflexión y reajuste necesario, ocurren para recordarnos QUÉ ES LO MÁS IMPORTANTE.

Hay que tomar las riendas... y los que no estén preparados o receptivos a esto, es posible que la misma secuencia de las cosas les invite a abandonar el barco para no entorpecer la travesía.

En el caso de un centro espírita, no es cuestión de médiums o no médiums, de nuevos o veteranos, de coordinadores, de..., no. Es más simple que eso. Es hora de reclutar a TRABAJADORES, pero trabajadores de verdad, los que no pierden el tiempo en polémicas, los que están ahí para echar una mano y hacer más agradable la travesía, no para los que la complican con sus insatisfacciones personales, las quejas sistemáticas o la desconfianza.

Si reflexionamos con detenimiento e independientemente de cual haya sido el problema en sí, la intolerancia por un lado y la falta de vigilancia o de compromiso por el otro, han podido irse acumulando, tomando terreno entre algunos de nosotros.

Aunque esto es del todo personal y pertenece al libre albedrío de cada uno, si realmente no nos sentimos realmente comprometidos del todo (y hay muchos factores que se enmascaran tras una aparente disculpa perfecta: problemas familiares, trabajo, salud, etc), os animaría a seguir en la nave y que cada cual coja su remo sin abandonarlo cada dos por tres con tal o cual fuga de responsabilidad que, seguramente, mucho más tarde lamentemos haber dejado pasar... Si el problema es que nos cuesta trabajo compartir un mismo espacio sin recurrir a los defectos (o presuntos defectos) del compañero; entonces hagamos un esfuerzo y que sea esta nuestra meta personal, un auto-esfuerzo íntimo para ir superándonos y mejorándonos para ser un buen compañero. Si pensamos que esto va a ser imposible de momento, que va a resultar complicado no ser intransigente, desconfiado o evitar la crítica estéril y gratuita, la libre circulación de nuestras ideas fijas, etc; entonces...  mejor haríamos en abandonar la nave.

Todos los buenos navegantes saben que son imperfectos, que siempre habrá cosas que mejorar, pero algunos procuran que sus fallas de carácter se queden en casa y actúan como estímulos en la lucha, como instrumentos de unión y pacificadores, no como bloqueadores.

Meditémoslo y actuemos en consecuencia. Tengamos en cuenta dos cosas:

- El tiempo de las oportunidades pasa..y quizá es mucho más tarde de lo que pensamos  (especialmente en cuestiones de compromiso mediúmnico, pero también en general).

- Como casi siempre, en ocasiones nosotros mismos somos nuestro peor problema...y de poco sirve luchar o resolver presuntos problemas de fuera, de los demás.

Y sobre todo: es hora de silenciar exigencias...y trabajar.

Nota: (y, como siempre, no ideada por la providencia, sino provocada por nuestra falta de vigilancia y nuestra presunción...presunción que hemos podido ir colocando delante de otras muchas cosas que debieran ser más importantes).

Juan Manuel Ruiz

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