¿Qué es ser médium?


Jesús Gutiérrez

Que os podría contar, que de verás os interesara, que de alguna manera salierais de aquí con el corazón tocado, o al menos la imaginación fértil, la mente razonando cosas nuevas y frescas que os hagan más felices. ¿Es esto posible? ¿Puedo yo lograrlo de algún modo aquí durante una hora? ¿Qué os ha impulsado verdaderamente a estar ahí sentados escuchándome, en vez de estar en la cantina, o paseando por la playa? No será mi persona, pues pocos me conocéis, seguramente sea el tema, qué es ser médium, y siendo así como principalmente creo que es, daré inicio a estos minutos que estaremos juntos.
Médium, es aquel que puede estar en contacto con el otro plano, canalizar como modernamente dicen ahora, servir de intermediario en pocas palabras. ¿El médium nace o se hace? ¿Es un don? ¿Una virtud? ¿Es una diferencia con el resto de los mortales? ¿Qué tiene de especial?
Cada cual tiene sus propias ideas sobre estas preguntas, su sistema mejor o peor montado, formado o meditado, de hecho muchas veces caemos en decir lo mismo con distintas palabras, y nos perdemos en viejas rencillas que no llevan a ninguna parte. El médium es ante todo un ser humano, con todo lo que ello conlleva, si es que llegamos a comprenderlo de algún modo, por tanto tiene sus defectos, manías e inconvenientes como todas las personas. De ahí que ese afán de endiosar y crear un oráculo a su alrededor es la peor de las cosas que podemos hacer, tanto para él como para nosotros, ya que de este modo estamos abdicando de nuestro juicio, o lo que es peor no fomentándolo. ¿No hay que pasarlo todo por el filtro de la razón, como decía Kardec? Entonces, esta sumisión casi ciega al dictado de los invisibles, ¿a qué obedece?
¿Qué nos lleva a ello? ¿Nuestra presunción de ser distintos? ¿Nuestra sana intención de ir bien orientados? …
¿No es lícito pues preguntar a los guías por nuestros asuntos? Sí, y necesario. Pero, ¿acaso no existe la oración y el recogimiento para escuchar en el corazón estos mensajes? ¿Tanto queremos de viva voz, tan poco confiamos en ellos o en la bondad de Dios, que dejamos el peso de esta responsabilidad en la mejor o peor transmisión de una tercera persona, por muy médium que sea? Todos somos médiums, en el momento de que todos podemos sentir la influencia del mundo espiritual, y de hecho esto es así. ¿Quién no ha sentido un presentimiento, quién no ha notado una presencia, quién no se ha visto hablando siéndole a veces raras y espontáneas las ideas que ha dicho? ¿Esto lo estamos provocando? No, y sí, pero surge naturalmente, que es como debe de ser, como tantas otras cosas que son naturales, propias de la Naturaleza, y obedecen a leyes físicas o psíquicas que poco a poco vamos comprendiendo.
¿Qué hace pues especiales a estas personas que poseen la mediumnidad? La facultad de trabajo. En el libro método de la mediumnidad, el libro de los médiums de Kardec, la definición viene a ser clara, aquellas personas que ostensiblemente, sí ostensiblemente, pueden entrar en comunicación con el otro plano. Porque estos son los llamados propiamente dichos médiums. ¿En qué consiste ese trabajo? Pues en algo mucho más profundo que nuestras pequeñas cuitas, que son nuestras, y forman parte de nuestra evolución como espíritus.
Vienen a dar el claro testimonio de la existencia de los espíritus como entidades definidas, personas queridas que siguen vivas pero en otro plano y que nos da pruebas palpables dado el caso de su existencia, además de sentar un nuevo orden sobre qué es la vida y la muerte, estas famosas pulsiones que Freud denominaría eros y thanatos, y que los espíritus esclarecidos, desde el otro plano vinieron a darnos a conocer.
Así nace el Espiritismo, gracias a la revelación de los espíritus a través de los médiums, sin esto no habría habido nunca espiritismo, sí espiritualismo, pero nada más. La mediumnidad existe desde la noche de los tiempos, pues por algo es una ley natural, y de ella emanan todas las religiones y creencias de ultratumba, ¿o acaso los dioses totémicos, por sí solos iban a instaurar toda una concepción de inframundos? Lo que ocurre, que dichos espíritus, son las almas de los humanos que vivíamos aquí, por tanto ¿a qué extrañar que se vislumbren muchas veces las ideas propias de cada época? Sin embargo, como el que más sabe siempre guía al más ignorante. Siempre ha habido espíritus más elevados, que han guiado los pasos de los más atrasados. De ahí que haya gran diferencia entre una comunicación para un fin noble, que no una necromancía por intereses personales, en las primeras participan espíritus elevados y serios en loor del bien, en el otro espíritus bajos, aficionados a las mismas pasiones que aquellos que los invocan.
Pero volvamos al médium, ¿qué le hace ser especial? Kardec, indica que es una cuestión orgánica, una constitución física que permite esta labor de un modo más sencillo. Ciertamente el médium de trabajo, como nos informan los propios espíritus, no la posee en una única existencia, sino que paulatinamente se va desarrollando de existencia en existencia, y según sea el uso que de ella haga, esta puede ser una gran ayuda para su evolución espiritual, o su perdición, llegando a perturbar su propia facultad, y renaciendo con desajustes fluídicos, siendo éstos semillas de enfermedades mentales psicóticas con alucinaciones positivas y negativas, pudiendo incluso debutar en ellos alguna enfermedad más seria como una esquizofrenia en cualquiera de sus modalidades.
¿Por qué ellos y no nosotros? Dirá el que no se sienta médium. Bueno, esto obedece a una lógica más sencilla. Quien se acerca a movimientos espiritualistas, de las características del espiritismo, por ejemplo, es médium aún sin saberlo, y su facultad está latente esperando a despertar de un modo a otro, según sea el plan organizado desde lo Alto antes de encarnar. Un conocimiento de la doctrina espírita ayuda a educar esta facultad, dándose el caso que cuando ésta aparece está exenta de los desagradables inconvenientes que crea en quien ignora todas estas cosas. Los hay que son médiums, que no comprenden qué les ocurre, y todo les aterra, es normal, porque este primer contacto es con el plano más umbralino, con las entidades más cercanas al plano físico, que normalmente son sufrientes, por el tipo de fallecimiento que tuvieron, y que aún no han sido ayudadas convenientemente para su esclarecimiento y regreso a la patria espiritual. Esta es una de las funciones clave del médium trabajador y sencillo, ayudar a estas personas, ahora desencarnadas, a encontrar el consuelo y la comprensión, a poder comunicar sus angustias, y recoger nuevas energías fluídicas para que sus guías puedan en ese momento ayudarles, ya que sin esto, son invisibles, cegados como están en sus quehaceres que tanto les acercan a las cosas que hacían mientras estaban encarnados, es una sugestión profunda la que muchos poseen cuando dejan su cuerpo físico, y continúan haciendo y preocupándose por los mismos temas; ésta es una labor fundamental para el médium espírita, reorientarlos con amor, haciéndoles ver que no es aquí donde deben de permanecer estancados en el lodo mental en el que a veces vagan sufriendo.
¿Entonces uno es médium cuando quiere? No exactamente, es la necesidad de las múltiples existencias, las que nos va a acercando hacia las cuestiones morales, cansada y exhausta nuestra alma de tropezar sin cesar. Entonces desde lo Alto, en un momento concreto de nuestra inconmensurable existencia, se nos concede la facultad mediúmnica, para de este modo estar más cercano a lo espiritual, y ser más conscientes de que queremos avanzar hacia el bien para dejar de sufrir, resarcir nuestra vida del error y del daño, para empezar a sentir el jardín de las buenas acciones que tanto necesita nuestra alma. Entonces no os ha de extrañar, que en esta sala haya más médiums de trabajo de lo que en un principio pueda parecer. Pero claro, quien piense que para que se pueda intercambiar un pensamiento con una entidad espiritual es necesario un trance ostentoso, y ciertas extravagancias propias de otros ritos, están muy equivocados. A veces es una mera neblina, un hilo finísimo del que uno es trasmisor, y sin la necesaria concentración puede perderse.
Básicamente en el Espiritismo, nos interesan más las comunicaciones inteligentes, las de escritura, incorporación, visualización, audición, etc. Porque son también las más habituales.
Las otras, las de efectos físicos, bien las comprendemos, pero son más raras, y las cualidades fluídicas del médium en este caso más excepcionales, hay mucha literatura al respecto, y encantado os podré responder si tenéis alguna duda, pero no es la curiosidad lo que mueve mi charla, sino lo cotidiano y más palpable que todo podemos llegar a comprender. A mucha gente se le han movido objetos, y ha escuchado ruidos, esto es una llamada de atención desde el plano espiritual, para que esta persona busque, que no se duerma en los laureles. Pero normalmente cuando ya encuentran, estos fenómenos dejan de suceder, porque no tenían otro objeto que ése. Además de que los encargados de dichos fenómenos, son los espíritus más apegados a la materia, que son con los que primeramente entra entre contacto un médium, por cuestiones de afinidad fluídica, nada más. En el centro el trabajo está bajo la atenta vigilancia del plano espiritual serio y formal, que no tiene otra función que educar nuestro espíritu viejo, engolfado en tantas existencias de excesos y errores.
¿Cómo se comienza a desarrollar? Lo idóneo es comenzar en el centro espírita, mediante trabajo de escritura, para posteriormente ir desenvolviendo el resto, y cada uno con la orientación espiritual, ir descubriendo qué tipo de mediumnidad es la suya. Se pueden poseer varias, pero siempre hay una que sobrepasa al resto, y si se mantienen varias, siempre es en función de lo útil que el médium sea para sus semejantes, por tanto del buen uso que haga de ellas, sin que le llegue a perturbar. Que repetimos el médium no es oráculo, ni decidor de la buenaventura. Quienes así obran, que se preparen a las múltiples decepciones que les están preparadas.
El mejor médium, es aquel que logra imbuirse mejor del mensaje de renovación que le asiste y acompaña desde el plano espiritual. Al inicio, las ideas suelen ser una mezcla del médium y del mensaje de la entidad desencarnada, a esto le llamamos animismo, que es lo que el médium pone creyendo que forma parte del mensaje. Esto se va puliendo con la práctica, pero siempre, siempre queda algún sesgo de animismo, porque las oraciones pueden cortarse, y básicamente
porque el espíritu ha de usar los recursos propios del médium, por serle así más fácil y menos laboriosa la comunicación. Esto es lo habitual, luego todos hemos oído los casos de xenoglosia, o de escritura directa, por citar algunos.
No obstante, siempre hay que analizar lo recibido, y ver qué es propio de las ideas del médium, y qué cosas no, para poder ponderar la calidad de la comunicación. Pues no se puede aceptar sin ningún tipo de miramiento, sin análisis alguno lo que recibimos desde el otro plano.
Obviamente un mensaje de elevados motivos, siempre será un digno estímulo para darlo por válido, independientemente de quien lo firme, pero en otras cuestiones más específicas hay que ser circunspectos y no aventurarnos en las conclusiones. Éste era el método Kardeciano.
En su obra La Génesis, expuso muchas hipótesis, en materia científica, que no tildaba como absolutas, sino como indicios a falta de ser verificadas por la ciencia material, pese a la seriedad con que habían sido recibidas.
Si en algo se diferencia el espiritismo, del resto de doctrinas que usan y creen en la mediumnidad, channelings, o demás nombres que otorguen a esta facultad, es la sobriedad con que la tratamos, nuestra fe en ella es piedra angular, pero el fanatismo y la credulidad excesiva es una cuestión a evitar a toda costa. Kardec ponderó que el Espiritismo era una ciencia, pues estudiaba el mundo espiritual, con un método objetivo, no dando nada por sentado y ciertamente la vía filosófica abierta de esta manera, sobrepasa con límites la recolección de datos que estrictamente implica el método científico desde el paradigma actual.

Llegado a este punto, surgen nuevas preguntas, ¿qué validez tiene el método espírita para probar la existencia de ultratumba? ¿Qué le hace distinto a la parapsicología, o a las creencias espiritualistas en los ángeles o maestros de luz? Pues aunque parezca mentira, nos separa mucho, y pensar que somos una mezcla de ellas en incurrir en un desconocimiento de lo que profesamos y creemos. La parapsicología nace como un intento materialista para dar respuestas a un tipo de fenómenos bautizamos como psi, para probar que en nosotros debe de existir un 6º sentido o una fuerza extrasensorial, por supuesto siempre orgánica, que pruebe dichos fenómenos, que sencillamente no se pueden explicar mediante los conocimientos actuales. El Espiritismo no parte de estas premisas tan encasilladoras, y utiliza la lógica de la navaja de Ockam, que aquella explicación más sencilla y que más casos explique debe con fuerza ser la más veraz hasta que se demuestre lo contrario, presentando una hipótesis más elegante y robusta; pero eso no ha sucedido hasta el día de hoy. ¿Cómo un hombre de instrucción básica como Chico Xavier es capaz de escribir más de 400 obras de tan variadas estilos en tan poca cantidad de tiempo y sobre materias tan distintas? Mediumnidad o genialidad, no hay más explicación, los científicos materialistas, sí tienen otra respuesta: el silencio, el no sé, el aquí hay gato encerrado, la falta de respuestas.
La diferencia con las doctrinas de luz, maestros y ángeles elevados, mentores etc, que algunos pueden considerar igual de cercano al Espiritismo, como los anteriores pensaba que lo era la parapsicología, la respuesta vuelve a ser negativa. Hay mucha diferencia. El Espiritismo es muy poco dado al misticismo, es sobrio, no se exalta ante una demostración de reiki, no piensa que seamos seres especiales por poseer la mediumnidad, no le llamamos don, a una herramienta de ejercicio puesta a nuestra disposición para servir y para aprender en el servicio, avanzando así nuestro espíritu milenario cansado de vagar y sediento de amor, no pregona la excelencia de los espíritus mentores, nuestros guías, sino solamente su benevolencia hacia nosotros, ellos no poseen más verdad que la que su propia elevación les permite, elevación conseguida con arduos esfuerzos y rudos desengaños en su también vagar milenario, como el nuestro. Dios es nuestro Padre Amoroso, nuestra Esencia sentida, más no vislumbrada, somos religiosos más no divinos. Normales, no especiales, descubridores de leyes naturales, cotidianas. El espiritista no debe de ser crédulo, comprende por qué ocurre la mediumnidad en los diversos fenómenos, sabe por qué acierta o falla a veces el tarotista, sabe o debe de saber qué médium está endiosado y qué espíritus van con él debido a su afinidad mental. Porque todo es afinidad en el mundo espiritual, nuestros pensamientos son una mezcla incesante con el plano ultra físico con entidades de pensamientos y pareceres cercanos a los nuestros, que se nos aproximan por asimilación fácil de nuestras ondas o emanaciones mentales.
Ser Espiritista es ser estudioso, honesto y un ciudadano normal de a pie, sin misticismos, sin ideas que sean imposibles de compartir, el ideal de la vida tras la vida, es el mensaje de amor divino que nuestros corazones ansían. Las pruebas ahí están para apoyar nuestras ideas, para hacernos fuertes con argumentos, más el argumento más válido es el de nuestra convicción sincera. Cuando un médium da un mensaje de un familiar fallecido y en él vemos pruebas irrecusables de su identidad, cuando esto se repite varias veces, y no cabe otra explicación.
¿Cómo dudar? Dudar no es no poder convencer sino saber uno propio que se está diciendo. Pues no estamos hablando de fe ciega, de esperanza nebuloso, sino de certeza palpable de realidad lógica y coherente, de pruebas a cada paso si las queremos ver. ¿Dudar? ¡Imposible!
Sería una necedad, un exceso de melindre negar lo que vemos tan claro. Cada cual tiene su historia personal, y su propio camino, callar es un error, pero tampoco es lógico estar dando la monserga a todas horas con un tema, la naturalidad es la razón de ser de las verdades que se extienden de modo sereno y arraigado.
No voy a dar profesión de fe, que cada cual tiene su propia idiosincrasia, pero al igual que hay temas que por justos que sean repetidos a todas horas causan hastío y molestia, también cabe pensar, digo yo, al espiritista si no siempre habla de más, cuando un hablar de menos es más efectivo y acorde a la naturalidad de lo que creemos.
La mayor divulgación, la serenidad ante las pruebas apoyada en la fe espírita, el hablar a tiempo y no a destiempo, el dar a conocer, pero no imponer, el compartir, no discutir, el opinar, no el dogmatizar. Nuestra propia personalidad dice mucho de cómo nuestra alma afronta la vida, y cómo ésta está afectada por la creencia espiritista. Cada corazón necesita una respuesta, no todos tienen sed de la misma fuente. Ya lo decía Kardec en el capítulo III del citado Libro de los Médiums.
Son muchos los temas esbozados, de algunos ciertamente se podría ampliar más, y dar lugar a mayor exposición, pero pienso que las semillas deben de ser recogidas por aquellas personas que deseen ampliar sus propios conocimientos en ese ámbito, pues los temas siempre están abiertos a nuevas y mejores explicaciones.
Sin más os doy las gracias por vuestra atenta escucha, y aguardo a las conversaciones más que respuestas que yo os pueda proporcionar, pues el conocimiento se co-construye en la interacción de al menos dos personas.
Muchas gracias, Dios les bendiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario