(Reflexión de un psicólogo espírita - J.G.L.)
Decir todos los espíritas hemos
de no beber, no fumar, no hacer posturas "deshonrosas" en la cama,
etc., es crear un código moral de lo externo, volviendo a lo de "limpiáis
el plato por fuera pero no por dentro". La libertad interior consciente,
es lo que todas las filosofías del último siglo proponen, si el espiritualismo
no es sensible a esa evolución en el pensamiento, se quedará amarrada a
prehistóricas ideas morales que huelen a incienso y letanía.
Puede parecer exagerado lo que he
dicho arriba, pero un pensamiento moral rígido lleva a normalizar otros
pensamientos morales rígidos. Mucha gente se acerca al espiritismo con mucha
angustia existencial, y muchos están necesitados de psicólogo, no de religión
solamente; y cuando han saciado su sed mística, lo amparan todo a ella,
obviando la necesidad y realidad del mundo circundante, y desdeñando la ciencia
médica o psicológica, como gente materialista equivocada en sus postulados. Y
así se ahogan en un fanatismo incipiente, que es escudo y acicate a un mismo
tiempo del impulso vital que les guía.
Una comprensión sana del
espiritismo, incluye (por ejemplo), el conocimiento de trabajos tan
interesantes y necesarios como los del doctor Brian Weiss, que da un sentido
cabal evolucionista al proceso de reencarnación, que un espírita con las
nociones vertidas en sus obras base, puede comprender maravillosamente bien,
extrayendo todo el jugo que ellas poseen, y desechando a un lado las ideas
espúreas, pues estamos en un mundo de construcción, donde llegar a la verdad
final sería morir, no tener nada más que construir, y la naturaleza está en
continua mudanza.
La apertura mental, facilita la
apertura de corazón, no hay más verdad que nuestras acciones, pero éstas vienen
comandadas por nuestras ideas previas. Cuanto más flexibles seamos, más
tolerantes nos volveremos, y por tanto más respetuosos con quienes no piensen
como nosotros, y a la vez seremos más respetuosos con lo que nosotros creemos.
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