Juan Manuel Ruiz
El amor, como
comúnmente se entiende en la Tierra, es un sentimiento, un impulso. Aunque es
algo que no solemos comentar tan abiertamente, al menos no con la familiaridad
con la que analizamos otros temas a la luz del Espiritismo; el asunto sexual
merece, sin lugar a dudas, un abordaje directo y riguroso, porque está lejos de
ser algo ajeno a los criterios doctrinarios (todo lo contrario), ya que el amor
y la energía sexual forman parte inherente de la vida y sus mecanismos
profundos de evolución, constituyéndose como expresión de la propia dialéctica
de la Creación en la que estamos inmersos...
Iniciamos, pues, este trabajo, rogando a Dios y los buenos Espíritus aquí presentes sus bendiciones para todos...
Iniciamos, pues, este trabajo, rogando a Dios y los buenos Espíritus aquí presentes sus bendiciones para todos...
NATURALEZA DEL AMOR
¿Qué es amor, sexo... o deseo?
¿Qué es amor, sexo... o deseo?
Es esta una cuestión planteada reiteradamente a lo largo de
la historia y que ha influido en filósofos y poetas, científicos y religiosos,
en políticos y artistas, príncipes y ciudadanos comunes... Y, ahora, en los
albores del Tercer milenio, a pesar de lo recorrido, aún estamos inmersos en el
auto-descubrimiento real de nosotros mismos, más allá del condicionamiento que
impone la media, notablemente inducida por los hábitos seculares adquiridos y
que nos ha llevado, de manera general, a situar la sexualidad en apenas dos
modelos: el morfológico o genital (limitado a los órganos sexuales, el placer
y/o la reproducción) y el romántico (centrado en la pareja)...
Sin embargo, la sexualidad parte de una realidad Cósmica y
universal, base del espíritu en todos los planos de la Vida, latente en el
micro y el macro-cosmos más allá del sentido restringido que de ella se tiene;
es el sexo, de esta manera, una de las múltiples formas de manifestación (no la
única) de la gran energía Creadora que pulsa en el Universo.
Dice
San Vicente de Paúl, en la pregunta 888 de “El libro de los Espíritus”,
(sobre el amor)... <<ley divina por medio de la cual Dios
gobierna los mundos. El amor es la ley de atracción para los seres vivientes y
organizados; la atracción es la ley de amor para la materia inorgánica
(planetas y cuerpos celestes.)”>>
A la luz del Espiritismo entendemos que la sexualidad está
insertada en la propia alma, expresándose después como energía psíquica
creadora a través de los implementos neuro-hormonales, desaguando finalmente en
las glándulas endocrinas y los genitales... Sin embargo, como energía del
espíritu, puede hacerse presente mediante la totalidad del ser, expresándose
también en los campos de la cultura, el arte o la fraternidad, prescindiendo (en
estos casos) de la comunión física. Esto último no es de extrañar, pues la
energía del amor gravita en diferentes grados y múltiples manifestaciones;
desde el orgasmo de los amantes a la piedad de los santos...
La inspiración en el artista, el ímpetu del guerrero, el
procesamiento lógico del científico y el arrebato espiritual del místico,
parten de un mismo foco, el mismo del que surge el deseo pasional entre dos
personas, pues hablamos de una misma emanación que se canaliza de diversas
maneras.
BREVE ANÁLISIS (filosófico y
científico)
Lectura filosófica (clásica)
A pesar de la influencia de los modernos pensadores,
especialmente los del utilitarismo ( y naturalismo) del s. XIX y el
existencialismo de la 2ª mitad del s. XX,(estimulados por la concepción de la
libido y el psicoanálisis freudiano), reduciendo la trascendentalidad inherente
al amor al apetito sexual y las imposiciones glandulares; las aportaciones
liberadoras de las teorías cuánticas, la psicología transpersonal y otras
disciplinas que se abren a lo extrafísico, ponen de actualidad el simbolismo de
Platón reflejado en obras como “El banquete” o “Fedro”...
El pensamiento de Platón, presenta al amor bajo tres
figuras distintas: Eros, Philos y Ágape.
En la fase de Eros, el más joven de los dioses, el amor es
condicionado por el deseo y nada tiene que ver con la virtud. Es la pasión
quien lo mueve., y se le representa siempre pobre, sin zapatos y sin domicilio,
siempre inquieto y ávido, nunca saciado y condenado a la insatisfacción..
En la figura de Philos (amigo,
en griego), el hombre va perfeccionando sus sentimientos y pasando a otro nivel
se transfiere de Eros (sensualidad) para Philos (el amor filial entre padres e
hijos, el fraternal de los amigos verdaderos..). Aquí, la pasión deja paso a la
amistad, nos alejamos más de la carencia y el sufrimiento que impone el deseo
de poseer.
Ya en la fase de Ágape, el amor se universaliza y pasamos a
amar al otro por él mismo, aunque no sea nuestro igual. Aquí tenemos la forma
más pura del afecto; pues ya no es carnal (Eros), ni ama apenas a los amigos y
seres queridos (Philos), sino que abre los brazos para todos, incluso a los
enemigos. Ágape es la forma más sublime del amor, y también la más rara. Es el
amor crístico, la forma que, más tarde, fue ejemplificada por Jesús.
Lectura científica
El intercambio sexual es algo inherente e imprescindible
para nuestra actual condición evolutiva, por diversos motivos; entre ellos la
reproducción, como elemento sin el cual no se procesaría la perpetuación-evolución
de la especie (al menos en nuestro mundo), y el de estimulador hormonal y
energético al servicio de la afectividad. El error es cuando se recurre al sexo
como torpe sustituto del sentimiento o como mero mecanismo de fuga, agotando
las energías sagradas y fomentando el desequilibrio psico-afectivo propio y el
ajeno, con frecuencia en nombre de una libertad y una salud mal entendidas, o
convenientemente manipuladas, como veremos más adelante.
No podemos pasar por alto el papel del cerebro en el
relacionamiento sexual y en la química del amor, pues, después de todo, el sexo
y las emociones, en su génesis más primitiva, son oriundos del instinto de
conservación y la ley de reproducción de las etapas evolutivas anteriores.
En los momentos de pasión y entrega física entre dos
personas, son liberadas del hipotálamo oxitosina y vasopresina (hormonas
encargadas de crear lazos de unión y placer), así como expresivas cantidades de
endorfinas (que actúan como un fuerte anestésico natural).. Decimos esto
porque, un enamorado “colocado” presenta sobre activadas las mismas áreas
cerebrales que los adictos a drogas estimulantes como la cocaína o las
anfetaminas.
Un “subidón” de drogas endógenas como las comentadas (con
especial contenido de testosterona en sangre y dopamina en el cerebro) puede
ocasionar desde un carácter agresivo en determinados individuos, a la opción de
una vía desesperada si , a dos amantes, no se les permite estar
juntos.,prefiriendo estos entregarse a una solución del todo insensata o
arriesgada a experimentar el síndrome de abstinencia que les causaría la
separación.. No estamos exagerando, partimos de una observación actual que hace
sobre el engranaje neuro-hormonal la ciencia de nuestro tiempo.
Cuando, no obstante lo arriba referido, la pareja se
consolida y supera la fase neuro-química del enamoramiento sin “engancharse”,
entran a trabajar otros hormonios de carácter tranquilizante que funcionan como
sedantes endógenos, que generan tranquilidad, autoestima, confianza. Es decir,
que podemos hablar de auténtico amor (y no de un arrebato pasional) según
hayamos traspasado la franja neuro-química del relacionamiento o, nos hayamos
quedado por el camino.
A tenor de lo referido, se explica la (socorrida) frase que
barajan los científicos de los últimos años, aquello de que el amor está en el
cerebro.. Sin embargo, nosotros que estudiamos las ciencias del alma, nos
parece más acertado razonar (dentro de ese mismo pensamiento) que puede ser la
pasión, más bien, la que resida en el cerebro; pero el amor es patrimonio del
espíritu, y en esencia, no está condicionado por glándulas y neurotransmisores,
puesto que, entre otras cosas, sobrevive a estos, una vez finalizado el tiempo
de servirse del cuerpo somático para sus experiencias en la tierra.
El amor no depende de la testosterona, y si así lo fuera,
entonces estaríamos hablando de “apetito sexual” y no de amor. No son las
hormonas las que nos hacen tener mayor o menor ganas de sexo; el deseo parte
del ser pensante, organizador del modelo somático., las hormonas son las
mensajeras químicas, la respuesta del organismo a esa necesidad o deseo que
nace en el espíritu...
NECESIDAD DEL AMOR
Terapéutica del cariño
Terapéutica del cariño
Podemos
y debemos amar, relacionarnos, sentir.. pero sin dejar de utilizar el
equilibrio, pues como decía Séneca:
<<Todo aquél que rehuye el camino de en medio nunca ha de transitar
por seguro sendero.>>
En
una sociedad mecanizada, de actitudes de escaparate y relaciones que apenas se
quedan en la superficie (o, todo lo más, se agotan en el condicionamiento
erótico), existe una gran necesidad de relacionamiento auténtico y acercamiento
de sentimientos. En un mundo cada vez más “conectado” a las nuevas tecnologías,
se produce la gran paradoja de estar, a la vez, más desconectados entre unos y
otros. Vivimos en una sociedad repleta de corazones aislados, nos cruzamos
cotidianamente pero evitamos el roce, por temor o por no saber como hacerlo...
Tenemos que vencer en nosotros mismos el miedo de amar, por
si nuestros sentimientos resultan dañados o por creer (como hace el egoísta)
que así estamos mejor. Debemos, sí, utilizarnos del sentido común y de la
prudencia respetuosa, pero sin dejar de contribuir a abrir las puertas de
nuestro jardín interior, ayudando a despejar emociones escondidas (en nuestro
entorno o de quien se nos cruce por los caminos)... Evitando el contacto con
los demás, disfrazando sentimientos o paralizando emociones, jamás escucharemos
la música de la vida.
Si deseamos iniciar o mantener cualquier tipo de relación
(pareja, amigos o convivencia familiar) no hallaremos auténtico bienestar o
satisfacción completa si no fluye la energía de los sentimientos, y para eso es
importante enfrentarse a las inhibiciones y recelos sin esconder nada, así como
una flor se abre al sol para crecer en plenitud y vitalidad.
Deseo y placer
Escribía
Allan Kardec en la “Revue Espirite” de junio del 1863: <<Todas
las pasiones tienen su principio en un sentimiento o necesidad natural. El
principio de las pasiones, por lo tanto, no es un mal, visto que él reposa
sobre una de las condiciones de nuestra existencia. La pasión propiamente dicha
es la exageración de una necesidad o de un sentimiento. Ella está en el exceso
y no en la causa, y se vuelve un mal cuando tiene por consecuencia un mal. >>
En un mundo de relatividades como el nuestro, es lógico
pensar que huir del placer resulta tan insensato como no ver sino a través de
él. Lo que ocurre es que nos hemos ido acostumbrando (por fallidos atavismos
socio-culturales) a sintetizar en la relación sexual, todo lo que en esta vida
tiene que ver con el goce y el bienestar, corriendo el riesgo de privar al alma
de sus reales necesidades.. Podemos vivir intensamente, con alegría vital, sin
reducirlo todo a la fugaz excitación de los sentidos.
Decía Samuel T. Coleridge, filósofo y crítico
británico, que en poesía la perfección está constituida por la fusión de la
pasión con el orden.
Una
cosa es la excitación erótica y otra el auténtico disfrute de aquel que no
necesita el sexo como condición imprescindible para sentir la vida en todas sus
posibilidades. Por que ya hemos hablado que, si podemos prescindir del
erotismo, no podemos hacerlo en cuanto a la dicha de amar. No existe auténtica
plenitud si no se experimenta el intercambio de emociones entre las personas:
comunicar, apoyar y compartir son estímulos imprescindibles para el desarrollo
integral de todo individuo. Como decía el poeta William Blake: “El amor no
busca complacerse ni se interesa por si mismo, sino que entrega a otro su
bondad, edificando un Cielo en la desesperación del infierno..”
ENERGÍA SEXUAL
(CAMINO DE LA TRASCENDENCIA)
La libido
A Sigmund Freud se
debe la liberación académica y social del sexo que, hasta entonces, vivía
envuelto en tabúes y preconceptos, encontrando en él, a través del
psicoanálisis, la matriz de comportamientos depresivos y neuróticos de diversa
índole. A pesar de que no fue más allá del materialismo científico de la época,
trasfiriendo para la libido (deseo sexual) la responsabilidad de casi todos los
trastornos, rompió con el puritanismo del s. XIX abriendo el campo para las
futuras contribuciones, especialmente las de su discípulo Carl Jung, que
se aparta definitivamente del maestro austriaco, al concebir la libido como
energía general de la propia vida, no manifestándose necesariamente, según él,
sólo como energía sexual, sino que puede también ser energía creadora,
artística, etc.. Igualmente Wilhelm Reich, ex-colaborador de Freud en la
Clínica psicoanalítica de Viena, situó al psicoanálisis dentro de una
perspectiva sociológica (analizando la historia de la Humanidad a la luz de la
represión), concordando con Jung que, la libido y la energía que dedicamos a
otras tareas placenteras son la misma cosa.. En cualquier caso, fue Jung quién
logró una comprensión más integral y completa del inconsciente humano,
detectando en sus teorías las fuentes desorganizadoras o espíritu.
Las aportaciones
espiritualistas y, especialmente, la revelación espiritista, sintoniza con los
postulados arriba señalados, afirmando que todo lo que se agita, crece y
germina es energía creadora, ya sea una planta, un impulso o la fuerza de una
idea.
Sublimación
Para la Psicología, la sublimación es un mecanismo de
defensa mediante el cual la energía sexual se desvía hacia otras actividades,
con la intención inconsciente de no tener así que enfrentarse a determinados
deseos. Pero también hablamos de sublimación desde el punto de vista
espiritual, pues la trascendencia (la superación de los formas y los
condicionamientos) forma parte de la esencia misma del amor.. si este
permaneciera “preso” a las pasiones e intereses mundanos, no sería más que
deseo, y el verdadero amor, por ser tal, supera todo esto.
Podemos hablar de una sublimación psicológica y de otra
espiritual o natural, es decir, la que va adquiriendo cada alma de existencia
en existencia, superando ciertas cosas.. y quedándole pendientes otras.
Se observan en el mundo otras expresiones de la energía
sexual, dirigidas hacia los objetivos de la cultura o lo social, la creatividad
en el artista o la interpretación en un actor, la investigación tecnológica, la
meditación, el deporte, la enseñanza, etc; pues todo esto también aporta
plenitud, y hay, igualmente, canalización del fluido nervioso y de las cargas
internas del campo genésico, pareciera, y así es en efecto, que la comunión
sexual es sólo una opción más, bastante generalizada, pero sin llegar a ser una
condición absoluta para todos.
De
poco vale aquí señalar inevitables perturbaciones emocionales, pues la ciencia
no ha demostrado aún que la abstinencia sexual, en sí, sea causa de
desequilibrio para los que, circunstancial o permanentemente, así hayan optado
por opción personal.. Obviamente, estamos hablando de personas que por un
proceso natural, individual y libre, así se muestran, y no de aquéllas que
someten sus energías internas a una castidad mal entendida. Como dice el
Espíritu Manuel P. De Miranda: “La simple abstención física,
acompañada de tormento interior, es sólo una fuga de la realidad.”
Es un hecho perfectamente demostrado a la luz de las
ciencias del espíritu, que ciertos individuos, pueden prescindir del placer
erótico común a la media, viviendo así una sexualidad más global, sin
desequilibrarse ( y no estamos refiriéndonos necesariamente a Espíritus
superiores), pues eso sí, igualmente, tampoco prescinden del relacionamiento
afectivo (sea el que fuere), pues las fuerzas de la emoción son imprescindibles
para la construcción de los destinos del mundo. Sublimación, por otro lado, no
tiene por que traducirse como algo absoluto ante las tentaciones mundanas,
estas no pueden ser evitadas en nuestra actual evolución, pero sí superadas.
Una persona con ciertas adquisiciones en el terreno moral o sexual, no deja de
reconocer sus impulsos y debilidades, precisamente por su madurez en esta área,
sólo que aplica su voluntad y las supera sin mayores complicaciones.
Gandhi,
Teresa de Calcuta, o el inolvidable médium “Chico” Xavier,
no eran seres asexuados, poseían sus implementos sexuales propios, dirigidos,
esto sí, hacia el crecimiento interior y la caridad hacia los menos
afortunados.
Todos
poseemos energía sexual, sólo que en unos está más sexualizada y en
otros más sublimada o en grados diferentes.
Podemos comprender, ya lo hemos referido antes, que las
fuerzas creadoras pulsan tras múltiples actos de nuestra vida cotidiana, la
mayoría de las veces sin nosotros percatarnos de ello: las encontramos en el
esfuerzo y estrategia que empleamos en determinados deportes, en la entrega a
una causa solidaria, en la coreografía de un baile o en la comunión espiritual
de la oración sentida; así como, es también, el “combustible” invisible que se
oculta tras el abrazo espontáneo que nos da un amigo, en el beso protector de
una madre a su hijo, o las caricias que damos a un animal.. Y todo esto es así,
porque las energías del campo genésico no sólo se polarizan hacia los órganos
sexuales, sino que forman parte de un todo envolvente dentro de nosotros y
latente desde la naturaleza que nos rodea a los vastos espacios siderales.
ABUSO GENÉSICO
<<En
ningún caso nos será lícito subestimar la importancia de la energía sexual que,
en esencia, vierte de la Creación divina.. Nadie se utilizará de ella en las
relaciones con otros, sin consecuencias felices o infelices, constructivas o
destructivas, según la orientación que se le de>> (Emmanuel, “Sexo y vida”)
Excesos y desgaste
El sexo es la fuerza más poderosa que existe en nosotros,
después de la mente. Por esto, practicado bajo el descontrol, como todo mal uso
que infringimos a una máquina, termina por bloquear o estropear al sistema.. En
esta fuerza primaria de nuestro ser, los Ingenieros espirituales de la creación
concentraron cantidades de energía que, liberadas indiscriminadamente, conducen
a la confusión emocional, la desilusión y el desgaste psicosomático.
Las fantasías
eróticas continuas, el deseo compulsivo, etc., son descargas electromagnéticas
de altísimo voltaje. Cuando la fijación sexual es demasiado prolongada, deviene
en agotamiento nervioso y desorganización somática, así como incluso a la
locura, cuando determinadas personas entran en obsesión o se pierden en la
espiral del vicio (inducidas por malas compañías del entorno que frecuentan, o
víctimas de espíritus inferiores).
El sexo está ligado al
sistema neuro-espinal (vegetativo), con repercusión directa en el cerebelo, los
órganos de la digestión y la hipófisis (que es la principal glándula
endocrina); por esto, su uso abusivo, más que ser un “pecado”, es el
desperdicio de una energía preciosa que faltará al cerebro y debilitará el
periespíritu o cuerpo espiritual, como sucede a muchos sufridores del otro lado
de la vida, cuya incursión indiscriminada en la práctica sexual les ha llevado
al desgaste de las energías vitales (creadoras), que sólo se aglutinarán de
nuevo, mediante laborioso y prolongado proceso de recuperación a través de los
siglos...
El abuso del que
hablamos, aparte de propio, puede ser también el que infligimos a los demás;
porque si bien el amor de Dios, para engrandecernos, nos concedió el libre
albedrío (permitiéndonos la debilidad y el aprendizaje), toda manipulación
erótico-afectiva o desprecio que hagamos a alguien, no será pasada por alto
ante la infalibilidad de la leyes espirituales (karma) que rigen el Cosmos..
Nacemos en esta vida para, entre otras cosas, adquirir un mayor equilibrio
emocional y/o liberarnos de las pautas erróneas del pasado.
No existe ninguna
inmundicia en el sexo, patrimonio sagrado de la vida, lo que si es necesario
evitar son los excesos, la promiscuidad y la búsqueda de sensaciones viles que
arrastran al ser a las zonas inferiores de la existencia. Esto, a menudo, es
subliminalmente aconsejado y puesto como atractivo, por diferentes medios de
comunicación y/o desafortunados shows televisivos (ignorando que,
comportamientos sexualmente promiscuos, con pérdida de la capacidad de
establecer vínculos afectivos duraderos, es una de las señales de la
esquizofrenia).
<<Alégrate,
muchacho, en tu mocedad, que tu corazón anime los días de tu juventud y andes
por los caminos de tu corazón y por la visión de tus ojos; más, queda sabiendo,
sin embargo, que por todas estas cosas Dios te traerá a juicio>>
(Eclesiastés 11:9)
Sexo es
responsabilidad y equilibrio...
Pecado
Todo placer que
extenúa al cuerpo y desorienta el espíritu es atentado contra la ley natural..
el “pecado”, en sí, no es otra cosa que el desrespeto a la Naturaleza y los
códigos de equilibrio. Como espíritas que somos, preferimos evitar esta palabra
dentro de lo posible, pues lejos estamos de compartir su significado religioso
original. La doctrina Espiritista, revelando la ley de la reencarnación,
descortinó el misterio que envolvía esta creencia y otras como el infierno o
las penas eternas..
No
existen “pecados” y sí errores o abusos.
En “El Génesis”
estudiamos que, son las imperfecciones, los malos instintos que aún no
corregimos y la inclinación a tal o cual vicio, el verdadero pecado original...
Vampirismo energético
<<El Espíritu
encarnado está bajo la influencia de la materia, y el hombre que se sobrepone a
esta por la elevación y depuración de su alma, se acerca a los buenos
Espíritus, a los que se unirá algún día. Pero el que se deja dominar por las
malas pasiones y cifra todos sus goces en satisfacer los apetitos groseros, se
acerca a los Espíritus impuros dejando que prepondere la naturaleza animal>>
(“El
libro de los espíritus”, Introducción)
Cierto es que el
medio induce a ciertos hábitos, la sociedad impone criterios y modismos
(incluido los más perniciosos), y la hereditariedad genética predispone (aunque
no de manera absoluta), pero la individualidad, el Yo profundo, también se
revela y tiene capacidad para decodificar ciertos mensajes, imprimiendo su
voluntad, que será más expresiva en la medida de sus conquistas almacenadas. A
pesar de esto, es innegable que la obsesión y, especialmente la sexual,
adquiere en nuestros días carácter de pandemia...
Nos expresamos así
ante la reflexión de que, siendo el sexo , por encima de todo, energía psíquica
de alto potencial que es liberada, es natural que atraiga, por proceso de
identificación vibratoria, y favorezca, la existencia de oscuros grupos
organizados de entidades espirituales que, desde el Astral inferior, se
especializan en la búsqueda, obtención y manipulación de la energía sexual que
localizan sin mayores problemas entre nuestro mundo (ante tanto abuso de los
sentidos e insatisfacción reinantes).
Son dos los motivos
principales para tal interés: por un lado, el hecho de que el plasma sexual
está repleto de energías revitalizantes y, su absorción, les permite permanecer
en esa baja frecuencia vibratoria que les faculta estar cerca de nosotros (a
pesar de haber sufrido ya el fenómeno biológico de la muerte); y por otro,
igualmente, pueden captar el “material” idóneo para fomentar bien urdidas
obsesiones con la intención de desequilibrar o llevar al desespero.
El mito de los
vampiros (cine, literatura..) más allá de la aportación añadida de la fantasía
popular, parte, en esencia, de una inquietante realidad que existe más allá de
nuestra esfera física, pero con expresivas redes de acción y comunicación desde
esa dimensión extracorpórea. Este mito, no exento de un cierto atractivo, con
su mezcla de misterio, sangre y seducción, tiene su correspondencia espiritual
en la figura de los vampiros energéticos, espíritus que viven en las densas
sombras del otro lado, aficionados al culto de la sangre y/o el sexo (y
adiestrados en la manera de obtenerlo), pues no ignoran las cantidades
expresivas que pueden conseguir del preciado fluido vital que, tanto en el
plasma sanguíneo como en el sexual, tenemos los encarnados.
El principal recurso
de estas entidades (aún fuertemente imantadas a las sensaciones físicas y/o
eróticas) es la lujuria, que no es sino el deseo alucinado, desgobernado.
De
la multitud invisible que nos rodea, según sea nuestra sintonía (en frecuencia
y en moral), se refirió una vez el apóstol Pablo cuando dijo aquello de:
<<Vivimos
rodeados de una nube de testigos>>
MISTERIOS DEL AMOR
<<Hay
tantas clases de amor que no sabemos a donde dirigir nuestra atención para
definirlo.>>
(Voltaire:
“Diccionario filosófico”)
Bipolaridad sexual
Como sabemos, el alma
es asexual, sólo que en nuestro mundo, para exteriorizarse en la carne,
presenta dos tendencias, dos líneas de evolución diferentes; masculina y
femenina; así, cuando vibra en un polo, busca completarse con la otra parte,
que está en el otro.
La atracción de los
sexos muestra la unidad que existe en las almas. En ellas no hay dos mitades
separadas sino unidas y complementarias, que están siempre buscándose.. El sexo
es tan sólo una condición externa, por que, realmente, el alma, en si misma,
posee las dos posibilidades de manifestación (masculina y femenina), optando
por una u otra según lo que más convenga a su progreso. Esto, da una idea de
por qué ni para los Espíritus superiores, ni para la ciencia actual, existe la
heterosexualidad entendida en términos absolutos.
Para los Espíritus
más evolucionados, en los que la asimilación de experiencias en un sexo y en
otro ya se completó (cerrándose el ciclo sexual), no hay más necesidad de
polarización en una u otra forma. Cuando encarnan, desprovistos ya de deseo
erótico, emplean toda la fuerza creadora para el beneficio del prójimo. Según
las definiciones terrenas, tales criaturas pasarían por heterosexuales (puesto
que su estructura orgánica, masculina o femenina, en nada es distinta al
resto), sin embargo, la inclinación sexual, en ellos, está superada, ni
siquiera conservan ya, en la retaguardia de las vidas pasadas, compromisos con
esta área. En ellos sí podemos hablar de castidad pura.
También podemos
hablar de Espíritus equilibrados (más abundantes que los anteriores), que se
sitúan entre los E. inferiores o de mediana evolución, y entre los E. superiores.
Aún siendo todavía almas imperfectas, son más experimentados y esclarecidos,
atravesando su nueva condición sexual sin resquicios conflictivos especialmente
importantes o atavismos instintivos que no puedan salvar echando mano de su
voluntad. En ellos la exigencia sexual está más o menos presente, pero bajo
control. Entre ellos puede haber lugar para la abstinencia y/o el celibato,
como opción vital con la que se enriquecen., no de una manera pura, propiamente
dicha, pero sí sublimada.
Para los E. Inferiores
y de mediana evolución, el deseo sexual forma parte de su realidad más
inmediata, aún fuertemente influidos por los condicionamientos sexuales del
pasado; el ser se presenta unas veces marcadamente femenino y otras
marcadamente masculino (se encuentra bi-partido en si mismo) pues aún no se ha
procesado la integración de las dos polaridades en una; por eso es intenso su
deseo de ligarse (aún inconscientemente) al elemento opuesto, aparentemente
ausente pero insertado en si mismo, otorgando una cierta insatisfacción más o
menos marcada en todos los individuos. El sexo, en este grado evolutivo, está
todavía muy unido al impulso animal, arrastrando para esta vida, los efectos de
sus diferentes abusos y ansiedades practicados en las experiencias anteriores.
En esta etapa, la abstinencia y el celibato se presentan más “forzados” que
sublimados, lo que no significa que no sean instrumento depurador de ciertos
instintos, sólo que es más difícil llevar a cabo por la criatura y no suele
estar exento de conflictos, pudiendo servir los dogmas religiosos (si no se
presentan en exceso castradores) como reforzador y ayuda para determinadas
personas.
Si deseamos tener una
comprensión más amplia y real de la naturaleza humana presente en cada
individuo, tenemos que tener en cuenta esas pequeñas “sutilidades” del
comportamiento y la emoción que no logramos encajar, que no se explican
suficientemente a penas por el género sexual del cual se es portador. Esas
sutilidades, son el eco de todos los viajes y experiencias que cada alma ha
emprendido a lo largo de la historia. Por que, si podemos ser más categóricos
con respecto a nuestra identidad somática, genital y cromosómica., la auténtica
realidad psicológica (espiritual), va más allá, es infinitamente más amplia y compleja;
no queda limitada a la apariencia orgánica, que es sólo una parte de la
emanación espiritual global.
Transexualidad,
homosexualidad y bisexualidad
Jung,
el ex-discípulo del padre del psicoanálisis, firmemente convencido de la
naturaleza dual de la sexualidad humana, llamó de animus a la fuerza
masculina y anima a la femenina, estando ambas presentes en la
constitución psicológica de cada ser.. Hoy, la biología y psicología más
actual, acercándose cada vez más a la realidad del espíritu, afrontan la
sexualidad de una manera más integral, como un complejo prisma que comprende lo
genético, lo biológico, lo psicológico, lo socio-cultural., conviniendo en que
no podemos hablar de heterosexualidad o de homosexualidad en sentido total,
pues no existe especificación absoluta, ni tan siquiera en las inclinaciones
abiertamente hetero u abiertamente homo.
En
el libro “En el mundo mayor”, del espíritu André Luiz, los instructores
espirituales nos recuerdan que: <<Es error lamentable suponer que sólo
la normalidad sexual perfecta, conforme a las convicciones humanas, pueda
servir de templo a las manifestaciones afectivas. El campo del amor es
infinito. Con todo, conviene huir de las aberraciones y los excesos; aunque hay
que reconocer que todos los seres nacieron en el Universo para amar y ser
amados.>>
En una de las obras
de Manuel P. De Miranda, leemos que,
a pesar del riesgo de los desvíos y condicionamientos viciosos, es, sin
embargo, en la forma transexual y/u homosexual, que el ser supera la apariencia
y aspira por los supremos ideales., que, bajo la forma que sea, puede el
Espíritu dignificarse. Algunos autores y pesquisadores dedicados a este tema,
apuestan por una posición inter-sexual, en la que se incluirían:
transexualismo, bisexualidad y homosexualidad.
Pero, ¿está bien que
dos personas del mismo sexo mantengan relaciones sexuales? Esto dependerá si
contestamos desde el punto de vista moral o desde el espiritual. Si es desde el
primero, eso va a variar de donde sitúe cada uno su moral (que puede ser algo
ambiguo e incluso cuestionable), aunque nos inclinaríamos a que, desde este
punto de vista, la cuestión es bastante neutra, es decir; no es ni moral ni
inmoral. Otra cosa es si lo miramos desde la casuística espiritual...
Desde luego no
estamos delante de algo “prohibido” ante Dios, aunque sólo sea porque este
concepto se acerca peligrosamente al de “pecado” y, como espiritistas, este no
entra dentro de nuestro vocabulario. Pero sí hablamos de algo innecesario,
sobretodo si tenemos en cuenta la reencarnación, el componente espiritual y las
leyes de causa y efecto. Nadie podrá evitar, por mucho que se oponga a ello,
que exista amor entre dos almas de la misma sexualidad (pues, además, estaría
ignorando las ligaciones afectivas que nos unen desde el pasado), pero cierto
es que, si encarnamos en determinado molde físico, es para ajustarnos a él, por
necesidad evolutiva.. si seguimos repitiendo las mismas pautas, ¿qué sentido
tiene encarnar en un sexo y no en otro? Las leyes que rigen el cosmos no actúan
jamás por capricho, sin justa causa, y lo hacen, en cada nacimiento, con toda
la ciencia de la vida y absoluta sabiduría.
En este sentido, se
haría más sensato respetar nuestra actual naturaleza orgánica, que no es fruto
de la casualidad, y que en esta ocasión (y por compromisos de vidas anteriores)
ha optado por la condición sexual que más necesita. El alma nunca se equivoca
al elegir un sexo u otro.
Es obvio que estamos
hablando de la cuestión estrictamente sexual y, que esto no excluye que entre
dos hombres (por ejemplo), vibre un amor más grande y sincero que entre
personas de distinto sexo.
Existen homosexuales
y transexuales más ligados a su realidad psicológica de superficie (con los
condicionamientos eróticos de sus existencias más actuales) y otros, están más
vinculados a su realidad psicológica profunda (menos condicionados a la
presente), viviendo así una sexualidad más global y menos ligada a la forma.
Aunque la
homosexualidad, en ocasiones, actúe como medida reguladora solicitada para redimirse
de ciertas faltas del pretérito o superar ciertos fijaciones sexuales frente a
la evolución, esto no significa, que el individuo portador de esta naturaleza
sea forzosamente un perturbado, opinión cuando menos temeraria y liviana, que
es superada por el abordaje que de esta cuestión hace la ciencia de nuestros
días. No podemos generalizar las cosas del alma, y menos con estos temas, si es
que no pasamos por alto la trascendentalidad de la existencia humana.
Especialmente, esta cuestión, es de fuero íntimo; cada caso particular deberá
tener su propia evaluación (aspecto orgánico, psico-social, cultural,
espiritual, etc) y responderá por distintas directrices.
Ante un asunto tan
complejo como este, sólo aquellos que participen con respeto e imparcialidad,
intentando barajar un entendimiento global, se encuentran en posición moral de
opinar; e incluso así, aún estarán sujetos a posibles equívocos, principalmente
los que toman posiciones unilaterales y personalistas, ya sean materialistas o
espiritualistas.
Más allá de los
tópicos que rodean esta cuestión de palpitante actualidad (y aún lo será más en
el futuro más inmediato), y pese a los prejuicios y lecturas encontradas que
despierta, la homosexualidad es una realidad más o menos marcada en el ser
humano, que forma parte del patrimonio espiritual de todos nosotros, es decir;
que cada individuo tiene registrado en los sustratos de su psiquismo,
experiencias en este sentido, ya sea como pasadas propuestas de auto-educación
o como estados intermedios entre una forma sexual y otra.
Todos caminamos hacia
la sublimación de los instintos para dejar de ser esclavos de ciertas
fijaciones con las cuales causamos daño y, a la vez, muchos sufrimientos nos
aportaron; pero todos, no sólo los homosexuales, porque la heterosexualidad,
por si misma, no es garantía de elevación, perteneciendo al espíritu el buen o
mal proceder, independientemente de su inclinación sexual.
Una
cosa es incuestionable, sea cual sea nuestra opinión al respecto, y es que la
homosexualidad representa una experiencia para el espíritu reencarnante, y no
se debe a una “enfermedad” o un “castigo”.. Cierta vez le preguntaron a “Chico”
Xavier su parecer en esta cuestión, respondiendo este que “La
homosexualidad está vinculada a un proceso afectivo entre hombres y mujeres del
planeta, de modo que es un estado natural en el cual las almas se afinan para
hacer el bien”. Y añadía, que lo que si era un delito es la
pederastia, no la homosexualidad...
Abstrayéndonos de
todo lo hasta aquí referido, el amor no es heterosexual, homosexual o bisexual,
es, en su génesis, “proteico”, es decir, que no es algo concreto y definido,
sino que se expresa en multitud de estados, formas y expresiones.
En honor de la verdad
(y la sensatez), no podemos permitirnos la pretensión de esgrimir opiniones
cerradas o radicales ante aquellas manifestaciones afectivas que no consigamos
asimilar. El hombre aún está en pleno proceso de auto-descubrimiento y su
patrimonio de conquista espiritual todavía es escaso, como para permitirse la
vana osadía de refugiarse en la discriminación ante aquello que no acepta, teme
o no logra entender.
Nos
dice Emmanuel: “Compañeros de la Tierra, ante todas las complicaciones y
problemas del sexo, absteneos de censura y condenación.”
Empeñados en nuestra
auto-reforma, que es la propuesta primera de la doctrina de los Espíritus,
debemos distanciarnos de la crítica (aún disfrazada de consejo evangélico o
moral), y de malgastar nuestro tiempo examinando los errores ajenos; pues
existen en nosotros, todavía, fallas de carácter y variadas formas de “pecar”
(ya sabemos que poco importa que el adulterio no se haya exteriorizado ni
consumado, si existe en el corazón). Esta certeza nos obliga a ser más
benevolentes y menos exigentes para con las caídas ajenas.
El espírita, por
convicción, adoptará siempre una postura humanista, no represiva ni acusatoria,
siendo como es el Espiritismo, en esencia, la propuesta más cercana al
liberalismo responsable de Cristo, quien para enunciar la buena nueva de la
resurrección, eligió a una ex prostituta y no, por ejemplo, a María, concebida
“sin pecado”...
EDUCACIÓN AFECTIVA
“El amor es el fundamento eterno de la
educación.” (Pestalozzi)
Moral/moralismo.
Sensación/sentimiento
Es un hecho
apreciable, en temas de afectividad y/o sexualidad, que hemos pasado (demasiado
rápido, a demás) del puritanismo victoriano del s. XIX y el conservadurismo de
la primera mitad del XX, al paroxismo sexual de la actualidad.. De ser
considerado como instrumento demoníaco en el absolutismo religioso de la Edad
Media, pasó a ser disfrazado con el barniz de la hipocresía y, ya en nuestros
días, se convierte en auténtico “becerro de oro”, invadiendo todo (medios de
comunicación, cultura, etc) con evidentes signos de desequilibrio y alienación,
hostigado por diversos “frentes” como son: el desengaño religioso, la sociedad
de consumo y los efectos colaterales de la Globalización.. sin olvidar el apoyo
de ciertos círculos de la ciencia y la filosofía, que no dudan en resumir las
necesidades psicológico-afectivas al simple placer de los sentidos, ofertando
como “natural” y “sano”, lo que, en realidad, no pasa de ser un concepto
manejado desde una perspectiva utilitarista y reduccionista propias del modelo
tecnocientífico, actualmente vigente.
Es obvio que, con
esta cultura claramente mecanicista, se termina ignorando la verdadera
realidad: el hombre no es sólo instinto (derivado del concepto cartesiano, hoy
ampliamente superado), por lo tanto, ninguna sociedad (no importa lo
tecnológicamente equipada que se encuentre) ni ningún país, progresarán o
saldrán de crisis alguna, asentando su filosofía de vida en las bases del
placer sexual o el instinto., todo lo contrario.
La Pedagogía social
de nuestros días así como la Psicología trascendental, sin embargo, apuestan
por superar esta reducción de la naturaleza humana a lo puramente biológico,
pues, desde luego, tanta exaltación del placer y tanto libertinaje cultural, no
han servido para eliminar el cada día más creciente número de insatisfechos,
neuróticos y depresivos que, supuestamente, la práctica sexual eliminaría.
En el amor puede
haber sexo o no (según el tipo de relación), pero si este toma el papel de
“motor”, entonces el relacionamiento está condicionado a las sensaciones y, por
lo tanto, ya nace con fecha de caducidad. Por mucho que promulguen terapeutas,
filósofos o analistas presuntamente modernizados, ninguna relación de pareja se
sostendrá mucho tiempo a base de erotismo.
En nuestra actual
fase evolutiva, nos hayamos más o menos presos de la dicotomía amor/pasión o
sensación/sentimiento, y por lo mismo, empleamos con frecuencia el término
“amor” para designar emociones muy diferentes. Y es que el amor( como emoción a
largo plazo) es diferente del encaprichamiento momentáneo que llamamos
enamorarse (sensación intensa pero más fugaz). Así, el enamoramiento a secas,
sería una emoción pasional que posee un fuerte grado de fantasía o
romanticismo, pero que puede extinguirse una vez que cesa el estimulo
neuro-hormonal característico de la etapa “rosa”, muy condicionada por la
química endocrina.
Matrimonio y poligamia
El matrimonio, es
algo más que el mero estamento civil que vincula a dos personas.. o así debería
ser. Es vehículo útil (al menos en nuestro mundo imperfecto), pues, en su seno,
se santifican los afectos y se educa el instinto, formando un pilar importante
en la organización social, a demás de, obviamente, ser la puerta de entrada
para los espíritus que reencarnan (los hijos). En la pregunta 701 de “El libro
de los espíritus”, los Benefactores de la Humanidad señalan que en la
poligamia, es decir, en el relacionamiento sin compromiso, no hay cariño real
sino a penas sensualidad.. Es pues un factor esencial en nuestra actual
evolución, aunque no sea el único vehículo para la afectividad...
Hay personas que no
vienen para constituir una familia, propiamente dicha, pues el celibato (cuando
no es forzado) puede ser una vía más para la evolución, un re-procesamiento de
valores donde determinadas almas se fortalecen; cosa muy distinta de aquellos
que tienen alergia al compromiso, que es una actitud netamente egoísta., o de
aquellos otros que en el nombre de una pureza mal entendida, se abstienen del
matrimonio o de la intimidad con el sexo opuesto, como si esta “renuncia” les
otorgara la santidad o se acercan algo más al estado de gracia.
En
cualquier caso, tanto en el matrimonio como en el celibato se procesan aquellos
factores necesarios al progreso de cada ser, pues como ya dijo Pablo a los
corintios (I:7-20): <<Cada uno permanezca en la vocación a la
que fue llamado.>>
Llegados a este
punto, y ya para finalizar, después de algunas consideraciones sobre la energía
sexual y un breve recorrido alrededor de los territorios (a menudo
desconocidos) del amor, somos conscientes de que otras muchas cosas se podrían
haber añadido, pero, ya sea por falta de tiempo, espacio o simple ignorancia,
no ha sido posible. En cualquier caso, a veces, intuimos que el amor es una
fuerza esencial, alejada de nuestras limitadas referencias, que eleva a las
almas por encima de todo lo terrenal y, sin embargo, un eco de su poder y
verdad late secretamente en el interior de cada uno de nosotros.. No obstante,
estamos convencidos, de que sólo el amor está capacitado para realizar la
alquimia del progreso; la gran síntesis universal de concordia y pensamiento,
esperanza y libertad.
Y
terminamos con la frase final que hace uno de los protagonistas del libro
“Jesús, el hijo del hombre” de K. Gibran:
<<Os ruego,
pues, que me perdonéis por haber iniciado un relato que no puedo acabar, ya que
su final no está aún en mis labios. Es todavía una canción de amor que se
extiende en el viento.>>
Conferencia de Juan Manuel Ruiz González
Conferencia ofrecida en el XII Congreso Espírita Nacional de España. Diciembre 2004
No hay comentarios:
Publicar un comentario