Experiencia de Casi Muerte

Juan José Torres

Hace poco, me pasaron una noticia publicada en el periódico “El mundo” sobre la experiencia vivida y contada por el Neurocirujano Eben Alexander. A continuación voy a transcribir la noticia tal y como viene en el periódico reseñado. He decidido publicarla en la página Web por dos razones. En primer lugar por la naturaleza de la noticia, y en segundo lugar para hacer unos comentarios en relación a lo que oficialmente es considerado de: “Mentalidad Científica”

La noticia dice lo siguiente:

El neurocirujano, de la Universidad de Harvard, no creía en la vida después de la muerte… hasta que cayó en un coma y viajó al cielo durante siete días. Ahora relata su experiencia en un libro.

La odisea al más allá de Eben Alexander comenzó a las 4:30 del 10 de noviembre de 2008 en su casa de Virginia. Aquella mañana, el prestigioso neurocirujano amaneció con un dolor de cabeza tan intenso que entró en coma. Ya en urgencias lo médicos le diagnosticaron una meningitis que estaba devorándole el cerebro. Parecía condenado a muerte hasta que al séptimo día, despertó sin previo aviso. Había resucitado.

Como buen neurocirujano, Alexander nunca había creído en la vida después de la muerte. Su formación científica le impedía tragarse las experiencias extracorpóreas –un túnel, una luz al fondo… - que le relataban sus pacientes. Sabía que los daños cerebrales pueden provocar visiones celestiales a los comatosos. Sin embargo, sus certezas se derrumbaron en cuanto abrió los ojos en el hospital. Al contrario que sus pacientes, él estaba seguro de que sí había visto el cielo.

En aquellos siete días en coma –escribiría luego –Su mente había viajado a un lugar lleno de nubes rosas que contrastaban con un cielo clarísimo. Una vez allí se encontró con una joven de ojos azules y pómulos perfectos que le tranquilizó con mensajes de paz: Eres amado, eres querido, no hay nada que hagas mal.

No hay ninguna explicación científica para lo que me ocurrió, insiste ahora Alexander. En su cama de Urgencias, su neocórtex  dejó de funcionar por completo. En teoría, su mente estaba desactivada al cien por cien, incapaz de procesar ningún pensamiento. Pero, mientras mi cuerpo estaba en coma, mi conciencia viajó a otra dimensión del universo, insiste Alexander. Era una dimensión que mi antiguo yo habría tachado de imposible… Pero esa dimensión descrita por innumerables pacientes que han estado al borde de la muerte, está allí… Existe.

El propio Alexander acepta que su historia suena increíble. De hecho, él mismo tardó varios meses en asumir lo que le había ocurrido. El científico que lleva dentro le decía que se equivocaba: que su vivencia debía tener alguna explicación neurológica. Pero, tras analizar sus escáneres cerebrales de aquellos días, ha llegado a otra conclusión. “Lo que me pasó fue tan real o más que cualquier acontecimiento de mi vida… Eso incluye mi boda y el nacimiento de mis hijos.

Hoy, Alexander sigue ejerciendo de médico. Sus colegas, admite, le miran con escepticismo cuando relata su experiencia. Pero él, convertido en un Colón celestial, está a punto de publicar un libro con sus hallazgos. Mis antiguas creencias yacen a mis pies, ha escrito. Voy a dedicar el resto de mi vida a investigar la naturaleza de la conciencia, para dejar claro que somos mucho más que nuestros cerebros.
Por G. Suarez
Cuando leí por primera vez esta noticia me asaltaron sentimientos encontrados. Por un lado sentí satisfacción por la decisión de un reputado neurocirujano, que abandonando los prejuicios sociales, no tiene inconveniente en declarar públicamente que sus antiguas creencias yacen a sus pies. Sin lugar a dudas que hace falta mucho valor para declarar formalmente que aquello que creemos y que había hecho parte de la base fundamental de nuestra ideología estaba equivocado, y no me refiero ya al valor de enfrentar una sociedad manifiestamente materialista, sino al enfrentamiento con uno mismo, que es, indudablemente, mucho más difícil que lo otro.

Pero a la vez, la propia redacción del artículo, me produjo hondas reflexiones sobre la posición actual de la ciencia, y la realidad es, que a pesar de que existen muchos hombres de ciencia que se afirman en relación a la inmortalidad del alma, aportando un basto campo de estudios que confirman la realidad de la sobrevivencia del espíritu, aún hoy se siguen considerando esos estudios como pseudociencia.

Al verificar esto, uno tiene la impresión de que existe un interés innegable en negar a priori todo lo que esté dentro del campo del espíritu. La base actual de la ciencia es el materialismo, y todo lo que esté fuera de él, simplemente se niega y se atribuye a la ignorancia. Poco importa que existan unos hechos que no pueden ser explicados por las leyes de la biología, de la fisiología, de la física, de la química… Poco importa que cientos de hombres honrados afirmen que sus investigaciones llevan a pensar en la conciencia como algo fuera del cerebro, la realidad es que aún hoy en el medio científico se sigue negando al espíritu de forma tajante.

Es por esto que si un reputado neurocirujano afirma que ha tenido una experiencia de casi muerte es una noticia, cuando a diario cientos de personas tienen esa misma experiencia sin que nadie se haga eco de ellas. El desconocimiento es tan grande, que en palabras del articulista de “El mundo” el Sr. Alexander es llamado: “El Colón celestial”. Posiblemente este articulista no conozca que esas experiencias se producen desde hace milenios en la humanidad y que esta tan solo es una más.

Esperamos que los estudios e investigaciones del Dr. Alexander se unan a los ya hechos por otros hombres eminentes, contribuyendo de esta forma a que la verdad vaya ganando terreno, poco a poco, delante de la negación sistemática de aquellos que así mismos se han otorgado el poder de dictaminar qué es ciencia y qué no lo es.

2 comentarios:

  1. Impresionante hermano. La ciencia cada vez se da más la mano con el espiritismo, pero hay mucho cobarde, q no se arriesga a perder su credibilidad,
    al declararse Espirita.

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    1. Estoy de acuerdo con lo que dices. Uno de los grandes escollos con los que se enfrenta la humanidad es precisamente ese, el miedo a perder nuestro estatus social, intelectual, científico... Pero siempre hay valientes que no les importa enfrentar los paradigmas vigentes, y gracias a ellos se acrisola el progreso de la humanidad.

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