Homenajes Póstumos y Espiritismo

Juan Manuel Ruiz


Crear ídolos humanos es peor que levantar estatuas destinadas a la adoración (Emmanuel)


Es justo y natural que cuando un referente de la doctrina parta al mundo espiritual, las publicaciones, los encuentros, etc., recojan este hecho porque expresa un reconocimiento y un cariño generalizado. El problema, en mi opinión, surje cuando esto deriva en un (redundante) hábito que se alarga durante años…

De que nos vale llenar Blogs, revistas y espacios de convivencia (?) con interminables reseñas y/o distinciones póstumas a Chico Xavier, si, en la práctica, permanecemos equidistantes y recelosos los unos de los otros… ¿Es por esto por lo que el querido Chico, u otros como él, se entregó en cuerpo y alma toda su vida?

Permanecemos, en mayor o menor medida, cómodamente atrincherados en nuestros centros, ignorando a los demás o, caso de pensar en otros, lo hacemos casi siempre con un sustrato de crítica más o menos simulada… Si, entonces, nuestro sentir espírita se reduce a los encuentros anuales, es más; si gran parte de los que acudimos vamos más por ver a determinado conferenciante, entonces, ¿es esto todo lo que puede esperarse de los seguidores de Kardec?

Como escribe Walter Barcelós (Anuario Espírita 2009) sobre la admiración fanatizada a exponentes de nuestra Doctrina que, dice: <<llega al punto de anular y paralizar los sentimientos de la más pura fraternidad>>…

Llevar ya once años tributando sin cesar la figura de Chico no es, ni de lejos, lo mejor que podemos hacer por el movimiento espírita ni por nosotros mismos. No es la primera vez que algún neófito que ha buscado información de la doctrina por la red, ha deducido que “Chico” es el maestro o guía del Espiritismo. Normal: su imagen (literalmente) copa webs enteras. Es posible que el atavismo idólatra aún permanezca vivo en nuestro psiquismo o que el mensaje espiritista aún no ha traspasado la superficie de nuestro ser.

La adoración sistemática al querido médium de Uberaba, igual que el seguimiento exclusivo a este o aquel orador (por muchos que sean sus logros), nos mantiene alejados unos de otros más de lo que pensamos,  nos hace estar amodorrados en un pobre (por limitado) sentimiento fraterno que nos incapacita para levantar vuelos más expresivos y acometer multitud de tareas pendientes.

No nos quepa la menor duda que el Espiritismo es siempre algo mucho más vasto y profundo si lo comparamos con tal o cual exponente encarnado o desencarnado (por elevado que sea su ejemplo), razón que nos impulsa a equilibrar razón y sentimiento para prestar siempre prioridad al mensaje.

El reconocimiento es justo… la adoración o el apoyo exclusivista a tal o cual figura pública (cuando se hace en detrimento de los demás), no lo es en absoluto, aunque solo sea porque con esta manera de actuar hacemos que el auténtico trabajo que tenemos que operativizar permanezca solapado; y hay mucho trabajo por delante…principalmente de naturaleza interna.

Quizá sería mejor preocuparnos de ser siempre mucho más fraternos que adoradores… y estar así más a tono con los fines del Consolador prometido.


Juan Manuel Ruíz (art. para el periódico "El Ángel del Bien")

1 comentario:

  1. Tienes toda la razón, amigo Juan Manuel. Felicidades por hacernos tomar conciencia de aspectos que a menudo olvidamos o sencillamente, ignoramos. Abrazos.

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