Jesús Gutiérrez Lucas
Uno de los autores más reconocidos en el medio espírita: José
Herculano Pires (1914-1979). Profesor universitario, graduado en filosofía por
la universidad de San Pablo y también parapsicólogo. Su labor más reconocida
fue el comentario y traducción de la codificación espírita, con una loable
introducción al libro de los espíritus.
Pires aborda el espiritismo sobre todo desde la vertiente
filosófica, cosa que se agradece dada la poca literatura que hay de tal cariz
en el movimiento. Con sus vastos conocimientos sabe extraer de la filosofía de
Heidegger, su autor predilecto[1],
la complejidad de su sistema filosófico, aunándolo con la tesis espírita y
combatiendo de este modo las idiosincrasias del materialismo.
Sus obras son ensayos, que las más de las veces pillan
despistado al lector no habituado a una retahíla de conceptos filosóficos,
frecuentes en su argot conceptual, que llegan a sintetizar en muy pocas frases
ideas de una honda profundidad. Es en este sentido un autor que trata de
restablecer el paradigma espiritista dentro de la corriente filosófica actual,
otorgándole el mérito y novedad de sus postulados, refrendándolos con autores clásicos
y refutando con la demostración de las investigaciones parapsicológicas el
absurdo de las teorías existencialistas materialistas actuales, que niegan toda
existencia del espíritu como entidad que sobrevive al cuerpo físico. Pires en
este contexto hace una cabal diferencia entre el Ser y el cuerpo, aseverando que el Ser sigue siendo aun habiendo desaparecido el cuerpo; esgrimiendo
para ello los conceptos más preclaros del filósofo alemán Heidegger. «El Ser es una entidad metafísica – no
invisible ni tangible- una esencia y no
una forma», dice Pires en su obra El
misterio del ser ante el dolor y la muerte.
***
Entre exposición y exposición de
repente surge un ejemplo netamente espírita, al alcance de cualquier mente no
tan versada en jerga filosófica, y nos encontramos con maravillas que
desconocíamos. Dice en la página 87 del citado libro (FEAK, 2007): «Kardec
sustentó siempre la necesidad de las investigaciones para la comprobación de
ciertos datos trasmitidos por vía mediúmnica, él no aceptó las informaciones dadas por Mozart y Bernard Palissy a
través del médium Camille Flammarion, como tampoco consideró verídicos los
diseños famosos de Victorien Sardou sobre la posible vida en Júpiter. Las
aceptó como manifestaciones curiosas de la mediúmnidad y sugestiones de lo que
podría haber en mundos superiores respecto a la condición de la Tierra.»
(La letra en negrita es nuestra).
Tal afirmación nos demuestra dos
cosas: el sensato criterio de Allan Kardec y el profundo conocimiento que
Herculano Pires tiene de la Ciencia
Espírita: sus métodos y epistemología. No en vano es el exégeta por
excelencia, y aquí sí que habla un lenguaje claro, llano y liso, al alcance de
cualquier inteligencia que haya meditado sobre el quehacer de la doctrina
espírita.
Como sabemos en la Revista Espírita de 1858, en el mes de
agosto para ser más exactos, vienen sendos grabado de V. Sardou sobre las
supuestas viviendas del espíritu Mozart, Zoroastro y cía, así como una
descripción de cómo es ahí el tipo de vida. Kardec publicó dichas comunicaciones,
abierto como estaba al espíritu crítico y de investigación, pero no dando por
sentado que ello fuera así; siempre tratando de comprender el fenómeno que
tenía delante y no quedándose atrapado con el contenido, (agudeza psicológica
que se utiliza hoy en muchas psicoterapias humanistas) actuando con verdadero
rigor científico.
No en vano Herculano siguiendo
estas máximas hizo referencia a la obra mediúmnica de Xico Xavier -con quién posee
algún libro en coautoría- poniendo de relieve que no todo debía tomarse al pie
de la letra, sino que debía ser estudiado y meditado.
***
Copio a continuación unos
sugestivos párrafos extraídos del opúsculo Espiritismo
Dialéctico (FEAK, 1999), que dejan al claro la contundencia y relevancia
del pensamiento del profesor Herculano Pires en todo lo referente al movimiento
espírita, y que invito a leer con ánimo constructivo y atenta reflexión:
«Mientras no comprendamos que Espiritismo es
cultura, las tentativas de unificación de nuestro movimiento no darán ningún
resultado positivo. Darán motivo a la sucesión de temibles conflictos, al
aumento de adeptos ineptos y al estímulo peligroso de los mesianismos
individuales y colectivos. […]
»Porque cultura no es erudición, libros apilados en las bibliotecas,
archivos llevados en orden para consultas ocasionales. Cultura es asimilación
de conocimientos y sentido común en acción.
»Tenemos que trabajar en conjunto, reuniendo
compañeros sensatos, bien intencionados, no fascinados por mixtificaciones
groseras y evidentes, pero sí, portadores de la verdadera humildad, la que se
demuestra con los hechos y las actitudes.
»La formación espírita exige una enseñanza
metódica, pero al mismo tiempo libre. Fue lo que los espíritus le dijeron a
Kardec: una enseñanza de la que él mismo participaba interrogando a los
maestros y discutiendo con ellos.
»Exponer los temas fundamentales de la
doctrina no es hablar bonito […] Ese palabrerío vacío y presuntuoso no
construye nada y solo sirve para ridiculizar al Espiritismo ante la mentalidad
de nuestro tiempo.
»Nuestra cultura creció en gran medida en
los últimos años y ya está llegando a la confluencia con los principios espíritas
en todos los campos. Nuestra falta de formación cultural no nos permite
enfrentar la barrera de los preconceptos para demostrar al mundo que el
Espiritismo – como escribió Humberto Mariotti- “es una estrella de amor que
espera en el horizonte del mundo el avance de las ciencias”.»
Poco más que añadir.
Fue el profesor brasileño, un
intelectual también preocupado por la educación y consciente de la importancia
de una pedagogía espírita, aseverando que «el espiritismo –siendo una doctrina
que está ligada a la constante educación de sus adeptos- produce un ambiente
ideal para la creación de una pedagogía que traiga, para la práctica diaria,
las enseñanzas elevadas y sus correlaciones con el mundo de la educación, de
las artes, la filosofía y las ciencias.»[i]
Y ya llegando al fin, queremos
cerrar este pequeño artículo con una frase suya de clara hondura psicológica: «Los malhumorados son personas enfermas,
tímidas, cargadas de resentimientos y fobias». Analicémonos cuando nos
encontremos así. Antes de pensar en la destrucción, intentemos construir, nos
hará sentirnos mejores.
[1] No en
vano su obra más completa El espíritu y
el tiempo es un claro guiño a la obra del filósofo alemán Ser y tiempo.
[i] Texto
traducido de la revista Espiritismo &
Ciência Especial, “Grandes nomes do Espiritismo”, pág. 23. (2005).
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