Juan José Torres
Abordamos, en
este último artículo, algunas consideraciones de Emmanuel en relación a la mediúmnidad.
Ellas se encuentran entre las preguntas 371 a la 411, donde encontramos
aclaraciones y respuestas de lo más variadas.
Como el número
de respuestas y temas a considerar son muchos, no podemos hacer una valoración
de cada respuesta de forma individual, lo que nos condiciona a la hora de
analizar el contenido ha apreciaciones generales. Aun así, destacaremos
aquellas respuestas que nos han parecido interesantes de estudio.
Empezamos por
la 369 donde se le pregunta a Emmanuel si es aconsejable la evocación directa
en las reuniones mediúmnicas. En su respuesta, desaconseja tal evocación y
apunta a la espontaneidad de las comunicaciones, con el argumento de que el
plano espiritual sabe mejor que nosotros qué espíritu está en condiciones de
comunicarse.
Desde mi visión
como espírita que trabaja también en el campo de la mediúmnidad, considero
prudente la opinión de Emmanuel, entre otras cosas, para prevenir la curiosidad
y las preguntas improductivas en los grupos mediúmnicos, sin embargo, también
considero que la opinión de Emmanuel no debe llevarse al extremo de no evocar
nunca, puesto que en determinadas circunstancias, será un recurso necesario
para aclarar algunos puntos concretos de comunicaciones anteriores, pidiendo
aclaraciones y permitiendo hacer al espíritu algunas preguntas que esclarezcan
puntos dudosos o difíciles de su pensamiento. El problema en esta cuestión no
es la referencia de Emmanuel propiamente dicha, sino el llevarla al extremo de
considerar que está mal evocar, pues en determinados momentos, resulta
necesario, siempre que se haga con la debida preparación.
Quiero destacar
una respuesta de Emmanuel sobre la necesidad de intensificar las reuniones de
mediúmnidad, en concreto lo que contesta a la pregunta 371:
Son muy pocos, aún, los núcleos espiritistas que se pueden entregar a
la práctica mediúmnica con plena conciencia del servicio que tienen entre las
manos; motivo por el cual es aconsejable la intensificación de las reuniones de
lectura, meditación y comentario general para las conclusiones morales
imprescindibles en la organización doctrinaria, a fin de que numerosos centros
bien intencionados no vengan a caer en el desánimo o en la incomprensión,
poscausa de un prematuro intercambio con las energías del plano invisible.
Para ser
justos, de la misma forma que hemos hecho referencia a elementos que nos han
parecido dudosos en el pensamiento de Emmanuel, no podíamos terminar estos
artículos sin ver aquellos elementos que a nuestro juicio son positivos y de un
valor educativo para todos nosotros, y en esta respuesta encontramos una sabia
orientación a todos aquellos que se dedican a la práctica de la mediúmnidad,
pues, coincidiendo con el pensamiento de Kardec, expresado en el libro de los
médiums, la mediúmnidad es una facultad sumamente seria que debe ejercerse con
la máxima seriedad y preparación, lo que implica que mucho antes de entregarse
a la práctica mediúmnica, el grupo debe estudiar, primero el espiritismo como
filosofía de vida que nos orienta en nuestro crecimiento espiritual, y una vez comprendido
el espiritismo, estudiar la mediúmnidad en sus múltiples manifestaciones y
elementos para que nuestro trabajo sea coherente con la línea espírita.
En mi
experiencia personal, las palabras de Emmanuel cobran un especial significado y
puedo atestiguar que siempre que se han iniciado prácticas mediúmnicas sin la
debida preparación, el abandono y el desánimo han sido comunes, por lo que soy
especialmente sensible en este tema, haciendo válidas las palabras de Abraham
Lincoln: “Si me dan 8 horas para cortar
un árbol, pasaré 6 afilando el hacha”, por lo que en cualquier trabajo la
formación y la preparación es fundamental.
Un poco más
adelante, en las preguntas 372 y 373, en concreto la 373, donde se le pregunta
cómo debe ser conducida una sesión espírita, desde su apertura hasta su
conclusión, Emmanuel responde:
En ese sentido, hay que considerar la excelencia de la codificación
kardecista; con todo, será siempre útil el recuerdo de que las reuniones
doctrinarias deben observar el máximo de simplicidad, como las asambleas
humildes y sinceras del cristianismo primitivo […]
Esta respuesta
da para reflexionar. Por un lado, estoy de acuerdo que la sencillez y la
humidad deben ser elementos presentes en las reuniones mediúmnicas, [sesión espírita] pero subordinar
nuestras reuniones mediúmnicas a las que eran realizadas por los primeros
cristianos en materia de mediúmnidad, es traer a la actualidad prácticas
antiguas donde primaba más el carácter ritual y sacramental que la postura
dinámica, de estudio e investigación que propone el espiritismo dentro de las
facultades mediúmnicas.
No podemos
olvidar que el espiritismo aventaja al cristianismo primitivo en casi XX
siglos, es natural por ello, que los conceptos de mediúmnidad que aporta sean
muy superiores a las nociones imprecisas y confusas que tenían los primeros
cristianos sobre la comunicabilidad de los espíritus.
Por otro lado,
la opinión de Emmanuel responde a un concepto idealizado de los primeros
cristianos que no cuadra con las investigaciones históricas actuales, y aunque
es cierto que en ellos se observaron conductas ejemplares y modelos de
abnegación y caridad, como también hoy las tenemos, esto no implica que no
tuvieran sus problemas y dificultades como seres humanos que eran, mereciendo
el reconocimiento necesario pero no una exaltación de virtudes y méritos que no
les eran propios, algo que está atestiguado en las investigaciones actuales del
ambiente heterogéneo que invadió a todo el periodo que hoy es considerado como
protocristianismo y que muchos llaman cristianismo primitivo.
Para terminar,
mencionaré una pregunta más antes de hacer una valoración general de la obra. Es
la relacionada con el mayor escollo que el médium puede encontrar en la
práctica de la mediúmnidad y que encontramos en la pregunta 410, donde Emmanuel
indica:
El primer enemigo del médium reside dentro de él mismo. Frecuentemente
es el personalismo, es la ambición, la ignorancia o la rebeldía en el
voluntario desconocimiento de sus deberes a la luz del Evangelio, factores de
inferioridad moral que, comúnmente, lo conducen a la invigilancia, a la liviandad
y a la confusión de los campos improductivos.
Contra ese enemigo es necesario movilizar las energías íntimas por el
estudio, por el cultivo de la humildad, por la buena voluntad, con el mejor
esfuerzo de auto-educación, a la claridad del Evangelio.
Concuerdo
plenamente con la respuesta de Emmanuel, que no he reproducido completa por
cuestión de espacio, y considero que aborda el tema de forma correcta al indicar
que somos nosotros mismos nuestros primeros y más fuertes enemigos en el campo
de la mediúmnidad, y aprovecho para indicar, que no solo en el campo de
mediúmnidad, sino también en el propio movimiento espírita.
Echo de menos
en las respuestas a las preguntas sobre mediúmnidad, alusiones a la obra de
Kardec y al libro de los médiums, que son a día de hoy los estudios más
profundos que se han realizado sobre esa materia, volviendo el autor espiritual
a restringir su círculo de ideas al evangelio, sin considerar que el
espiritismo ofrece mayores recursos para el estudio y educación de la
mediúmnidad que el evangelio, que tiene otra finalidad.
Y llegamos al
final de este análisis que ha excedido un poco la finalidad primera con la que
empecé a escribirlo, y en este punto, queda una valoración general de la obra.
“El Consolador”
es un libro mediúmnico donde se manifiesta la opinión personal del autor
espiritual, y aunque tiene elementos positivos y respuestas valiosas, por lo
mucho que se aparta en otras de una visión espírita clara y profunda, además de
las evasivas constantes en las que incurre cuando las preguntas requieren más
profundidad, tengo que expresar que no puede considerarse un libro recomendable
para adquirir un conocimiento serio del espiritismo. Solo recomendaría su
lectura a aquellos que, conociendo el espiritismo, quieran estudiarlo con espíritu
crítico y analítico para separar el grano de la paja, aunque las respuestas
fáciles y un lenguaje poco claro puede que lleven al lector a cansarse de su
estudio.
Pero no
quisiera terminar este artículo sin una consideración.
El hacer un
estudio analítico de un libro es un hecho bastante común en las diferentes
disciplinas y corrientes del pensamiento humano, y en ningún momento esta
práctica indica un menosprecio y una desvalorización del autor, que en todo
momento merece mi más profundo respeto y consideración, algo que, en este caso,
es también extensivo al médium.
En relación
Chico Xavier, quiero declarar que mi objetivo no es criticar su obra y mucho
menos criticarle a él. Considero, y lo digo con total sinceridad, que su obra
en el campo mediúmnico ha sido muy importante, aportando obras muy interesantes
que merecen ser estudiadas. El problema es que los seres humanos somos
dicotómicos por naturaleza, es decir, o algo es blanco o es negro, y por lo
general no percibimos los matices.
Con Chico
Xavier ha pasado algo en el movimiento espírita que no debería pasar en una doctrina
donde prima la razón, y es que, por motivo de su carácter humilde y su profundo
amor a los demás, se ha empezado un proceso de idealización de un hombre al que
hemos convertido en mito, hasta el punto de que hoy todo lo que ha dicho Chico
Xavier pasa a ser incuestionable, y por lo tanto, también su producción
mediúmnica.
Quiero hacer
una reflexión sobre las palabras de Emmanuel de que el mayor enemigo está en
nosotros mismos y preguntar, -Idealizar a un ser humano hasta el punto de que
su palabra es incuestionable, ¿hace parte del carácter del espiritismo? ¿Aceptar
sin reflexionar una idea, es bueno para nuestra filosofía? ¿Dónde debe estar
nuestro interés, en acatar aquello que se nos dice, o en el debate que tiene
por objetivo el conocer la verdad?
Pero no todo es
idealización, pues existen también quienes critican a Chico Xavier por todo.
Para estos, Chico Xavier es un embaucador o como poco, un embaucado, y circulan
por internet muchas páginas donde se le critica a él personalmente en una
desconsideración y falta de respeto, sin valorar lo mucho y positivo que ha
aportado a la humanidad.
Por mi parte,
no quiero pertenecer a ninguno de estos dos extremos. Pienso que Chico Xavier
fue un ser humano como nosotros, que se destacó principalmente por su
disciplina y trabajo constante y por un sentimiento de amor a los demás que
merece mi respeto y admiración, y como todos nosotros, tuvo sus aciertos y sus
errores, sus luchas y sus conquistas, lo que hace que valore más su obra, pues
el mito que está por encima del bien y del mal en el que lo hemos transformado
no existe para mí. Por eso puedo mirar su obra y analizarla sin prejuicios, sin
temor de que se me caiga el mito. Si encuentro algún elemento en su obra
mediúmnica que no encaja con mi idea del espiritismo, lo puedo analizar sin que
esto desmerezca mi cariño y admiración hacia él, pues el ser humano se
equivoca, todos nos equivocamos.
Quienes no se
atreven a analizar críticamente su obra, es porque tienen miedo de perder esa
admiración y ese cariño hacia él, por eso ven con malos ojos que otros lo
hagan, puesto que han elevado a un altar a un hombre y le han dado atributos
propios de los santos, que en definitiva son una representación arcaica de los
antiguos dioses de las religiones politeístas, y es por eso, que cualquier
análisis o razonamiento, lo ven como un ataque y no como un elemento de estudio
y progreso…
…Y no puedo
dejar de preguntarme: -Desde el plano espiritual, que puede hacer más feliz a
Chico Xavier, ¿esa idolatría y admiración irreflexiva de muchos, o que se
estudie de forma analítica su obra?
Saludos
Cordiales.
Seguramente que Chico Xavier estaría de acuerdo con un estudio critico y razonado de su obra, y no por ello dejará de ser el ser humilde y
ResponderEliminaramoroso que fue a lo largo de su vida.