LOS MÉDIUMS JUZGADOS

Juan José Torres
Recupero el título de un artículo de la Revista Espírita del año 1858 porque sigue siendo un tema de actualidad. En él Kardec se hace eco de algunas noticias relativas a la mala praxis en investigación mediúmnica, y en concreto, en este artículo, analiza a algunos investigadores que ofrecen sumas de dinero a los médiums que consigan superar algunas pruebas y demuestren sus facultades paranormales.
La ignorancia casi completa que existe en cuanto a las condiciones necesarias para que el fenómeno mediúmnico se realice, lleva a muchos a considerar que si la mediúmnidad fuese una realidad, los médiums, estimulados por fuertes sumas de dinero, no tendrían mayor dificultad en realizar, bajo la influencia de los espíritus, las acciones que estos supuestos investigadores les piden, y con ello ganar esas sumas de dinero, que en algunos casos representan cantidades considerables.
James Randi
Actualmente, el más conocido detractor de los fenómenos mediúmnicos que ha recurrido a este procedimiento, es James Randi, un ilusionista retirado que ahora busca descubrir fraudes en personas con facultades paranormales, y sin ningún conocimiento de espiritismo, se dedica a investigar el fenómeno mediúmnico para determinar su realidad, y ha ofrecido una cantidad de un millón de dólares para aquella persona que consiga superar una serie de pruebas que según él, atestiguarían su facultad paranormal.
Visto así, parecería lógico deducir que si los fenómenos mediúmnicos fuesen reales, ya hubieran surgido médiums capaces de superar las pruebas y confirmar sus facultades mediúmnicas, y el que no exista ninguno que lo haya conseguido, a pesar de que han sido varios los que se han ofrecido, es una prueba, para muchos críticos, de que no existen tales facultades, lo que lleva a considerar que los médiums son, o bien unos ignorantes que viven engañados por su autosugestión, o bien unos embaucadores y mentirosos.
Pero analizando el procedimiento de estos “investigadores”, para cualquier persona que tenga un mínimo conocimiento de espiritismo y mediúmnidad, va a comprender enseguida que es totalmente lógico que los resultados sean negativos, por la sencilla razón de que en cualquier proceso de investigación, lo primero que hay que conocer son las condiciones y variables a tener en cuenta para que el fenómeno se produzca.
James Randi es ilusionista, por lo tanto, está acostumbrado, (y digo esto con conocimiento de causa) a actuar bajo unas condiciones concretas para que los efectos que produce se realicen. Él no es científico y no tiene ni un mínimo conocimiento de espiritismo, por lo que no sabe qué condiciones son necesarias para que los fenómenos mediúmnicos se produzcan, y no comprende que cuando está analizando un fenómeno mediúmnico, está analizando algo que escapa al control del médium, que solamente podrá actuar si los espíritus quieren y se dan condiciones mediúmnicas adecuadas, por lo que el control que haría para descubrir el secreto de un efecto de ilusionismo no vale para investigar un fenómeno mediúmnico.
Pero esto no es así solamente para el campo de la mediúmnidad, sino también para cualquier ciencia. Imaginemos que yo, que no tengo la menor idea de medicina, quiero obtener unos resultados concretos en un estudio anatomopatológico, y para evitar el fraude, indico que se deben seguir los procesos que yo considero que descartarían el engaño, poniendo unas serie de condiciones y elementos de observación. ¿Cuál sería el resultado? Nadie dudará que al desconocer las condiciones de estudio necesarias de los tejidos y las células que analice, los resultados serán siempre negativos y desastrosos, puesto que investigo sin tener en cuenta los elementos necesarios para el buen éxito de la investigación. Pues bien, sencillamente esto es lo que hacen estos “investigadores” que se aventuran dentro de un campo que les es ajeno, y buscan que sus opiniones sobre temas que desconocen sean consideradas como si fueran eruditos en la materia.
Os pongo los razonamientos que hace 160 años ya esgrimía Kardec al respecto de estos hechos, lo que confirma la total actualidad del espiritismo y la falta de argumentos de sus detractores, que recurren una y otra vez a los mismos razonamientos a los que el espiritismo ya ha contestados desde su surgimiento:
Este ensayo demuestra, una vez más, por parte de nuestros antagonistas, su absoluta ignorancia de los principios sobre los cuales reposan los fenómenos de las manifestaciones espíritas.
Existe entre ellos una idea fija que esos fenómenos deben obedecer a su voluntad y producirse con una precisión mecánica. Totalmente olvidan o, mejor dicho, no saben que la causa de esos fenómenos es completamente moral y que las inteligencias que son sus primeros agentes no están al capricho de quien quiera que sea, y menos al de los médiums que al de otras personas. Los Espíritus obran cuando les agrada y ante quien les agrada; frecuentemente, es cuando menos se lo espera que su manifestación tiene lugar con más energía, y cuando se la solicita no sucede. Los Espíritus tienen maneras de ser que nos son desconocidas; lo que está fuera de la materia no puede ser sometido al crisol de la materia. Por lo tanto, es una equivocación juzgarlos desde nuestro punto de vista. Si  consideran que es útil revelarse a través de signos particulares, lo harán; pero nunca lo hacen a nuestra voluntad, ni para satisfacer una vana curiosidad. Además, es necesario tener en cuenta una causa muy conocida que aleja a los Espíritus: es su antipatía por ciertas personas, principalmente por aquellas que, con preguntas conocidas, quieran poner a prueba su perspicacia. Dicen que cuando una cosa existe, ellos deben saberlo; ahora bien, es precisamente porque ese algo es conocido por vosotros, o que tenéis los medios de verificarlo por vos mismos, que ellos no se toman el trabajo de responder; esta presunción los irrita[1] y no se obtiene nada satisfactorio, alejando siempre a los Espíritus serios que sólo hablan de buen grado con las personas que se dirigen a ellos con confianza y sin segundas intenciones. ¿No tenemos todos los días el ejemplo entre nosotros?
Hombres superiores[2], que tienen conciencia de sus valores, ¿se entretendrían respondiendo a todas las preguntas necias que tenderían a someterlos a un examen como a los escolares? ¿Qué dirían si se les dijese: «Pero si no  respondéis, es porque no sabéis?» Os volverían la espalda: es lo que hacen los Espíritus.
Si es así, diréis, ¿qué medios tenemos para convencernos? Por el propio interés de la Doctrina de los Espíritus, ¿no deberían ellos desear hacer prosélitos? Nosotros responderemos que es tener mucho orgullo el creerse  indispensable para el éxito de una causa; ahora bien, los Espíritus no gustan de los orgullosos. Ellos convencen a quienes quieren; en cuanto a los que creen en su importancia personal, les demuestran el caso que les hacen no escuchándolos. Por lo demás, he aquí su respuesta a dos preguntas sobre este asunto:
–¿Puede pedirse a los Espíritus que den signos materiales como prueba de su existencia y de su poder?
Resp. –Se puede sin duda provocar ciertas manifestaciones, pero no todos son aptos para esto, y a menudo lo que se pide, no se obtiene; ellos no están al capricho de los hombres.
–Pero cuando una persona pide estos signos para convencerse, ¿no tendría utilidad satisfacerla, puesto que sería un adepto más?
Resp. –Los Espíritus no hacen sino lo que quieren y lo que les está permitido. Al hablar y al responder a vuestras preguntas atestiguan su presencia: esto debe ser suficiente para el hombre serio que busca la verdad en la palabra.
Nosotros agregaremos aún que es conocer muy poco la naturaleza y la causa de las manifestaciones si se cree que se puede estimularlas con una suma cualquiera. Los Espíritus desprecian la codicia tanto como el orgullo y el egoísmo. Y esta sola condición puede ser para ellos un motivo para no manifestarse. Por lo tanto, sabed que obtendréis cien veces más de un médium desinteresado que de aquel que está movido por el afán de lucro, y que un millón no lo llevaría a hacer lo que no debe. Si alguna cosa nos extraña es que se haya encontrado médiums capaces de someterse a una prueba en la que estaba en juego una suma de dinero.
Para terminar solo un comentario. Muchos piensan que el hecho de que una persona pública y respetada se convenza de los fenómenos mediúmnicos va a contribuir a que la sociedad los acepte, y se extrañan de que los espíritus no tengan interés en intentar convencerlos.
Hay un dicho que reza: “Frente a hechos no hay argumentos”, pues bien, ¿qué nos dicen los hechos? Sencillamente que la opinión al respecto de estos temas de autoridades en la campo de la ciencia no ejerce ninguna influencia en la opinión que se tenga de los fenómenos mediúmnicos. El propio Kardec era un destacado hombre de letras y ciencias de París, y la lista de personajes ilustres y destacados que afirman la inmortalidad y la realidad de los fenómenos mediúmnicos es muy larga, sin que esto represente un cambio en la opinión general. Kardec ya percibió esto cuando habló de que el convencimiento venía más por la vía filosófica que por la de los fenómenos.




[1] No debemos tomar esta expresión al pie de la letra, puesto que sabemos que los espíritus superiores no se irritan. Es una expresión para indicar que no les gusta que los sometamos a nuestros caprichos como si fueran nuestros conejillos de indias.
[2] Esta expresión era muy común en la época de Kardec y se refería a aquellas personas que tenían una posición honorable y destacada en las ciencias y la cultura de su época, o que por sus características morales se hacían acreedores del respeto de los demás.

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